Sobre el lío de los controladores aéreos, decir que el tema ha tomado tintes surrealistas. Que declararan el estado de alarma fue impactante, pero también resultó impactante que un montón de señores se pusieran enfermos a la vez y decidieran dejar el espacio aéreo a su libre albedrío.
Se ha focalizado mucho la polémica sobre el sueldo que cobran. Efectivamente es muy alto, pero no me parece escandaloso teniendo en cuenta la responsabilidad que ostentan. Al mismo tiempo, precisamente esa responsabilidad hace que no puedan organizar una huelga salvaje como la que quisieron montar en la víspera de un puente.
Durante la crisis, comenzaron a sacar comunicados de prensa, abrieron un Twitter y sacaron a relucir a un portavoz muy cool (guapo, educado y que pidió perdón, lo cual honra a todo el colectivo). Todo para exponer sus reivindaciones (algunas de ellas, sensatas, todo hay que decirlo).
Quizá si a César Cabo (el susodicho portavoz y nuevo sex symbol) le hubieran puesto frente a los medios antes explicando la postura del gremio, hubieran conseguido:
A) Que les hicieran más caso.
B) Tener mejor imagen ante la opinión pública.
En definitiva, el Gobierno ha dado un golpe de mano y los controladores han acabado militarizados. ¿Será este el último episodio de la lucha entre ambos?
1 comentario:
Lo que más gracia me hace de todo esto es que a César Cobo se le hace más caso y mejora la imagen de los controladores sólo por ser guapo. Si fuera un cincuentón gordo y calvo con la típica imagen de funcionario y político, sus declaraciones serían mucho peor recibidas. Es el claro ejemplo de lo superficiales que nos hemos vuelto.
Publicar un comentario