jueves, 23 de septiembre de 2010

Descubriendo la pólvora

Tanto que contar y tan poco tiempo! En fin, empecemos por esa OPINIÓN que tengo que dar ya sobre la serie de artículos "iluminados" que El País viene publicando desde hace unos días acerca de la precariedad juvenil, del paro y de los sobradamente preparados que no encuentran empleo.
¡Hemos descubierto la pólvora, oiga!, ¿que lo jóvenes licenciados peregrinan de trabajo en trabajo durante años?, ¡pues no tenía ni idea!, ¿que los sueldos son submileuristas a pesar de que para entrar en las empresas te exigen carreras, masters y varios idiomas?, ¡pues fíjate que no sabía nada!, ¿que las becas son un fraude consentido por los sucesivos gobiernos y empresarios?, ¡qué escándalo!, ¿que hasta hace dos días cualquier analfabeto dedicado a poner ladrillos ganaba más que una persona que había estudiado durante años?, ¡es la primera noticia que tengo!
Bromas aparte, yo me licencié allá por 2004 y vi el percal claro desde el primer momento. También sentí la sensación de estafa, de que nos habían vendido que estudiar carreras garantizaba trabajos fijos y sueldos decentes pero ¡ay amigo! resulta que eso era en la época de nuestros padres/abuelos, cuando tener estudios universitarios realmente era valorado (y algo escaso).
Durante la bonanza económica ya existían (y de qué manera) estos mismos problemas que ahora parecen estar encontrando los políticos (jóvenes cualificados realizando tareas mal pagadas con contratos basura, en el mejor de los casos) pero claro, mientras el resto de la Humanidad Española estaba empleada en las obras cobrando más que cualquier vulgar ingeniero, a nadie parecía importarle. De paso tapábamos el gran estallido que se nos venía encima construyendo poco a poco un país basado en el turismo y la construcción que no ofrece oportunidades a los que se han preocupado de formarse. Así nos va, que estamos más cerca de Camerún que de Alemania.
Esto se ha ido fraguando durante años sin que nadie hiciera nada por impedirlo. Ahora formación y talento están tirados en la cuneta porque el país no sabe darles más. Cuando tenemos un estremecedor 40% de paro juvenil, empiezan a aparecer las miles de historias de jóvenes frustrados. La frustración ya abundaba en el pasado, sólo que nadie quería mirar.
En fin, siempre nos quedará emprender, emigrar y sobre todo, adaptarse a la situación, asumir que los tiempos de nuestros ancestros no volverán nunca y vivir acorde a lo que hay.
Algún sociólogo decía hace poco que los jóvenes vivían instalados en la resignación. No sé si será resignación o simple flexibilidad.

2 comentarios:

ace76 dijo...

Puedo decirte que en 1998 las condiciones de acceso al mercado laboral eran igualmente complicadas para los que salíamos de la Universidad: becas infinitas, sueldos miserables...

Aunque es cierto que en aquel entonces aun éramos optimistas y pensábamos que la cosa iba a cambiar. A los que acceden ahora al mercado laboral no les queda ni eso.

dorothy dijo...

El problema es muy complicado. El país no es capaz de absorber a todo el mundo y se está desperdiciando a un montón de gente formada. Quizá de aquí a unos años la cosa cambia, si es verdad que nos viene la nueva economía y esas cosas.
Lo que me sorprende es que los políticos estén dándose cuenta del problema ahora.

 
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