Un día te levantas y descubres que el mundo tal como lo conociste no volverá a existir. Las razones son desconocidas y a partir de ahora sólo queda destrucción, miedo, hambre y seres humanos muy poco recomendables. Pero peor que todo ésto es la pérdida de la esperanza y la confianza. Esta es la premisa en la que se basa "La Carretera".
Bajo la aparente historia de un padre (crepuscular Viggo Mortensen) luchando por sobrevivir junto a su hijo, se esconde una reflexión sobre la importancia de mantener el optimismo y seguir creyendo en la bondad de las personas aún en las circunstancias más difíciles.
Mortensen (que en la película carece de nombre porque en un mundo de sólo dos éste no se necesita) emprende junto a su vástago un camino en busca de un lugar adonde no haya llegado el Apocalipsis. Durante el viaje, asistimos a la desolación y muerte en todas las esquinas, para las que el padre ya está anestesiado.
El padre ha dejado de creer en la especie humana y huye de todo el mundo, instalado en la paranoia, sin pararse a comprobar si quizá otros pudieran servirle de ayuda. Se considera perseguido por los demás y se autoproclama perteneciente al casi inexistente grupo de los "buenos". Su hijo (también desposeído de nombre propio) actúa como revulsivo, preguntándole a su padre constantemente el porqué de su actitud (a pesar de parecer evidente) y cuestionando si merece la pena esa escapada continua, el pánico atroz, la falta de solidaridad.
El niño se da cuenta de que, aún con buenas intenciones, el padre ha desvirtuado su propia condición humana, perdiendo todo atisbo de compasión o empatía. El pequeño viene a ser una especie de dios al que nadie escucha y que sigue sin poder permanecer impasible ante el dolor.
Película triste, dura y con un mensaje de mucho más calado del que parece en la superficie.
Nota: 7,5
1 comentario:
Yo no he visto la película, pero si te gustó, te recomienda que leas el libro.
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